El compromiso del sector aéreo con la sostenibilidad es muy sólido y viene de atrás. Desde hace muchos años, las compañías aéreas venimos implantando medidas encaminadas a hacer más sostenible nuestra actividad. Pero ahora hemos dado un paso más y se puede decir que está interiorizado en cada una de las compañías aéreas: la sostenibilidad forma parte de nuestro ADN.

Avanzar en la sostenibilidad es uno de los principales retos que tenemos por delante, si no el primero junto a la recuperación post COVID-19. Nos hemos marcado como objetivo ser neutrales en carbono en el horizonte 2050. Un objetivo en línea con los ODS y que no es un objetivo menor teniendo en cuenta que el transporte aéreo es uno de los sectores más difíciles de descarbonizar por sus particularidades. Ello nos obliga a redoblar esfuerzos para hacer realidad esa transición hacia un modo de transporte más verde que compatibilice crecimiento y sostenibilidad. ¿Cómo? Con tecnología

Nos hemos fijado una hoja de ruta con el horizonte puesto en 2050 con distintas soluciones como los fueles sostenibles, SAF por sus siglas en inglés. Apostamos de forma decida por su uso porque permitirá avanzar de forma efectiva en la descarbonización del sector aéreo en el corto plazo. Los SAF permitirían reducir hasta en un 80% las emisiones de CO2 en un trayecto en línea recta. Esta tecnología ya está disponible, pero su desarrollo no se ha extendido suficientemente para hacerla accesible a la aviación a día de hoy. Antes de la pandemia apenas representaba el 0,1% del combustible convencional. El sector aéreo apuesta por el SAF pero la Administración tiene que apostar también por esta alternativa incentivando su producción y favoreciendo el desarrollo de mercado, ahora casi inexistente.

La complejidad que supone este gran reto de transformación de nuestro modo de transporte exige la puesta en marcha de otras medidas adicionales. Estamos explorando también la electrificación del avión, y ya se está trabajando en distintos proyectos para lograrlo. Pero ver aviones eléctricos o, incluso híbridos, en los que también se está investigando, surcando nuestros cielos, como ya vemos coches eléctricos en nuestras carreteras, llevará más tiempo.

El uso de hidrógeno verde es otro de los caminos que está siguiendo la industria con proyectos muy avanzados. Pero habrá que esperar hasta al menos 2035 para que este tipo de aviones despeguen

Además, el sector aéreo está compensando su huella de carbono a través de proyectos ubicados en países en desarrollo con los que, además de reducir sus emisiones, también contribuyen al desarrollo sostenible de esos países.

Y está el Plan CORSIA para la aviación internacional, el primer acuerdo a nivel mundial que ha logrado agrupar en torno a un mismo objetivo como es reducir el impacto ambiental de la aviación internacional a países como EE.UU, China, Brasil, además de la UE. Algo inédito hasta ahora, no sólo entre los distintos medios de transporte, sino entre las distintas ramas sectoriales.

A ello se suma la renovación de la flota por parte de las compañías aéreas, incorporando aeronaves más eficientes, con un menor consumo de combustibles y emisiones de CO2.

Nuestro sector se ha embarcado en un vuelo sin retorno con destino hacia la neutralidad de emisiones en 2050, y recurrirá a todas las soluciones y vías disponibles para la consecución con éxito de este fin. Un reto muy ambicioso que va más allá de las compañías aéreas. Implica también a la navegación aérea, a los aeropuertos, a los fabricantes, a la Administración… Debemos aunar esfuerzos para hacer posible una transición equilibrada, que posibilite la sostenibilidad medioambiental y el crecimiento económico. La disyuntiva no debe ser entre volar o no volar. Debemos mirar más allá y trabajar conjuntamente para hacer que volar sea cada vez más sostenible. Y tenemos la respuesta: la tecnología nos puede dar las herramientas para lograrlo. La transformación del sector aéreo hacia un modo de transporte sostenible está en marcha, estamos comprometidos con ello y no hay vuelta atrás.