En las ciudades y comunidades, o se tiene en cuenta también la dimensión social del concepto de sostenibilidad, o no serán verdaderamente sostenibles, tal y como pretende conseguir el Objetivo de Desarrollo Sostenible (ODS 11). No se trata solo de reducir el impacto ambiental de unas urbes en las que las zonas verdes vayan conquistando espacio, en detrimento del asfalto, el hormigón y los humos de los vehículos.

Un urbanismo sostenible debe contemplar también la mejora de las condiciones de vida de quienes lo habitan, especialmente de aquellos que lo hacen en los márgenes de la sociedad, y fomentar los espacios públicos seguros e inclusivos. Si se pretende garantizar el acceso de toda la población, sin excepciones, a viviendas, servicios y transportes adecuados, asequibles, limpios y seguros, habrá que empezar por incluir en la ecuación a las personas en situación de vulnerabilidad, que son quienes lo tienen más difícil.

Lograr que nuestros pueblos y ciudades evolucionen hacia comunidades socialmente sostenibles e inclusivas para uno de los colectivos más vulnerables de la sociedad, las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo, es la tarea que nos ocupa en Plena inclusión Aragón. Pero todavía existen numerosas barreras que impiden esta meta.

La primera que hay que derribar es la dificultad para entender las propias ciudades, que no permite a estas personas desenvolverse con autonomía en aspectos tan esenciales para la vida en comunidad como el empleo, la movilidad o el acceso a la cultura o los servicios más básicos. Si algo no es fácilmente comprensible, no es accesible. Y no hay que olvidar que la accesibilidad universal es un derecho que abre las puertas de todos los demás.

Por ello, trabajamos junto a empresas, administraciones públicas y otras entidades sociales para fomentar la incorporación de la dimensión cognitiva al concepto de accesibilidad universal. Este es el elemento que permite la comprensión, comunicación e interacción a todas las personas. En definitiva, la accesibilidad cognitiva hace el mundo más fácil de entender.

Una comunidad socialmente sostenible e inclusiva facilita la autonomía de todas las personas para desplazarse, sin tener que depender de los apoyos de otras, para acceder al trabajo, a los estudios, al ocio o, simplemente, visitar a su familia amigos. Es un paso esencial para empezar a derribar la siguiente barrera que dificulta la inclusión plena de las personas con discapacidad intelectual: la de las enormes desigualdades que afectan a este colectivo.

Un claro ejemplo es su baja penetración en el mercado laboral. Según el último informe del Instituto Nacional de Estadística (INE) sobre el Empleo de las Personas con Discapacidad, la tasa de empleo de este colectivo es de un 23,8%, 44,8 puntos menos que la población sin discapacidad. Pero, si se tiene solo en cuenta a las personas con discapacidad intelectual, su situación es todavía peor: solo una de cada cinco tiene trabajo.

De esta situación se deriva en buena medida la pobreza y la precariedad en la que viven buena parte de las personas a las que Plena inclusión Aragón presta apoyos y servicios, así como sus familias. Y de ahí también la urgencia de avanzar en la consecución del ODS 10, reduciendo las desigualdades, pues es la única forma de garantizarles una buena calidad de vida.

Este desafío debería apelar al conjunto de la sociedad, pues se trata de una cuestión de derechos humanos. De ahí que la inclusión plena de las personas con discapacidad intelectual sea tarea de todos y todas, y no solo de las entidades que nos dedicamos a esa labor: empresas, administraciones públicas, ciudadanía, entidades sociales, medios de comunicación…

Por ello, de entre todos los desafíos que plantea la Agenda 2030 de Naciones Unidas, el más importante para nosotros es el ODS 17, que aboga por el establecimiento de alianzas entre los diferentes actores del planeta para lograr los otros 16 objetivos. Solos, no podemos. Os necesitamos a todos los demás.