Agenda 2030 y ODS
¿Cómo han avanzado los ODS en sus primeros 5 años de vida?
El pasado 7 de julio Naciones Unidas presentó en el marco del Foro Político de Alto Nivel (HLPF), el informe anual sobre el estado de los ODS de la Agenda 2030. El informe, que ofrece una instantánea de los progresos realizados en cada uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible sobre la base de los últimos datos disponibles, desvela que, si bien se han realizado progresos en estos últimos años, cuando ha transcurrido un tercio del tiempo para cumplir la Agenda, el mundo no va por buen camino para cumplir los Objetivos marcados.
Esta tendencia ya se adelantaba en los últimos informes y es por ello que el Secretario General de Naciones Unidas, Antonio Guterres, decidió denominar esta década como la Década de acción para los Objetivos de Desarrollo Sostenible instando a todos los agentes a aumentar drásticamente el ritmo y la escala de las actividades de ejecución. Sin embargo, y a lo largo de todo el informe queda constancia de ello, en 2020 en lugar de acelerarse la acción sobre los ODS, se ha producido un estancamiento y retroceso en algunas áreas debido a la irrupción de la pandemia de la COVID-19.
A continuación, se muestra una reflexión sobre las conclusiones del informe acerca del estado actual de la Agenda 2030 y las secuelas que ha dejado la COVID-19 durante este último año en los 17 ODS.
Los ODS 3, 5, 7 y 17 registran algunos de los datos más positivos
Aunque la pandemia está amenazando muchos de los progresos conseguidos en los últimos años referidos a estos ODS y especialmente en lo que se refiere al ODS 3 sobre salud y bienestar, es necesario resaltar algunos avances importantes que se han logrado en este periodo.
En el ODS 3, el dato más positivo lo muestra la salud neonatal: el 81 % de los nacimientos ocurridos entre 2014 y 2019 fueron asistidos por profesionales de la salud cualificados, cifra que representa un aumento respecto al 64 % del período comprendido entre 2000 y 2005. Igualmente, se registran avances tanto en materia de salud maternal, reproductiva e infantil, como en lo que se refiere a enfermedades infecciosas, aunque siguen siendo lentos.
Pese a seguir lejos de alcanzar el ODS 5, de igualdad de género, para 2030, en él también encontramos importantes mejoras. Éstas se registran especialmente en el plano laboral, donde se ha producido un aumento de la representación femenina en los parlamentos, con un 24,9% en 2020 y un ligero aumento de su presencia en puestos directivos, del 25% en el año 2000 al 28% en 2019.
Sin duda, donde observamos un mayor avance respecto al cumplimiento de las metas es en el ODS 7. El mundo está haciendo grandes progresos para ampliar el acceso a la electricidad y mejorar la eficiencia energética: el índice de electrificación mundial ascendió del 83% en 2010 al 90% en 2018; el acceso a combustibles y tecnologías limpias para cocinar aumentó al 63 % en 2018, del 60% en 2015 y el 56% en 2010; y la proporción del consumo final de energía correspondiente a las energías renovables aumentó gradualmente, del 16,3 % en 2010 al 17% en 2015 y al 17,3 % en 2017.
En relación al ODS 17, los flujos netos de ayuda oficial al desarrollo se cifraron en 147.000 millones de dólares en 2019, casi el mismo nivel de 2018, pero hubo un aumento de la proporción destinada a los países más necesitados. En concreto, se estima que las corrientes de remesas a los países de ingresos bajos y medianos alcanzaron los 554.000 millones de dólares en 2019, cifra que triplica la asistencia oficial desde mediados de la década de 1990. En el plano tecnológico, más de la mitad de la población mundial está ahora conectada en línea y las suscripciones a la banda ancha fija no dejan de crecer.
La pandemia destruye años de progreso
La COVID-19 está teniendo un efecto devastador en los 17 Objetivos y, en algunos casos, está invirtiendo décadas de progreso, como es el caso del ODS 1, en el que se estima que entre 40 y 60 millones de personas se sumirán de nuevo en la pobreza extrema en lo que constituye el primer aumento de la pobreza mundial en más de 20 años. Y es que, la pandemia está abocando al mundo a la peor crisis económica global desde la Gran Depresión provocando una conmoción sin precedentes del mercado laboral mundial. De hecho, las previsiones muestran una reducción en torno a un 10,5% el número global de horas de trabajo en el segundo trimestre de 2020, haciendo retroceder también lo avanzado en el ODS 8 sobre crecimiento económico y trabajo decente.
Todo ello provoca grandes estragos en la erradicación del hambre (ODS 2), donde además el número total de personas aquejadas de inseguridad alimentaria grave ha ido al alza desde 2015 y todavía existe una tasa muy alta de desnutrición infantil. También en el ODS 10, en el que las estimaciones prometen dar la vuelta a las tendencias positivas que veníamos viendo los últimos años, volviendo a aumentar la desigualdad relativa de los ingresos entre países.
Asimismo, la pandemia también ha dejado graves secuelas en el ODS 4, provocando el cierre de centros educativos, lo que ha mantenido al 90% de los estudiantes de todo el mundo (1.570 millones) fuera de la escuela y ha puesto de manifiesto la existencia de una gran brecha digital entre los niños y jóvenes de comunidades vulnerables y desfavorecidas.
Una huella difícil de borrar
En los últimos años se han dado grandes pasos en la protección del medioambiente a través del aumento de la financiación de la lucha contra el cambio climático (ODS 13), la disminución de las emisiones de gases de efecto invernadero, estimada en un 6% para 2020; y el aumento de la superficie tanto marina como terrestre protegida, que se traduce en un incremento de más del doble en la primera desde 2010 y en 13 puntos porcentuales en la segunda desde el año 2000.
Sin embargo, los esfuerzos siguen siendo insuficientes y la huella del ser humano en el planeta es aún demasiado extensa.
Los últimos datos han revelado que la comunidad mundial tiene muy pocas perspectivas de alcanzar tanto la meta de 1,5°C como la de 2°C que se piden en el Acuerdo de París. De hecho, el año 2019 fue el segundo más caluroso registrado y el final de la década más cálida (2010 a 2019). El estado de los océanos (ODS 14) también es preocupante, ya que sufren un grado insostenible de agotamiento, deterioro ambiental, y saturación y acidificación por el dióxido de carbono. En concreto, se muestra un aumento de la variación del pH y la acidez de los océanos de entre el 10% y el 30% en el período comprendido entre 2015 y 2019. Por otro lado, la proporción de la superficie forestal disminuyó del 31,9% de la superficie terrestre total en el año 2000 al 31,2% en 2020, lo que representa una pérdida neta de casi 100 millones de hectáreas de bosque en el mundo.
Por último, la huella material mundial (ODS 12) creció de 73.200 millones de toneladas métricas en 2010 a 85.900 millones de toneladas métricas en 2017, lo que supone un aumento del 17,4% desde 2010 y del 66,5 % desde 2000.
En definitiva, los datos muestran que ahora, más que nunca, necesitamos de forma urgente una mayor ambición, como la que reclama la Década para la acción. Ésta deberá ser acompañada de un liderazgo y unos esfuerzos colectivos renovados que busquen soluciones para reconstruir mejor después de la pandemia de la COVID-19. Soluciones que han de estar basadas en un plan de acción global que ponga a las personas en el centro de la respuesta para lograr resultados más equitativos y resistentes para todos: la Agenda 2030.
Puedes consultar el informe aquí.
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